Intercambio de visitas

Un diente de ajo te puede devolver la salud

Liliácea (ajo), es un fortificante y vermífugo, dos de las muchas propiedades que tiene éste bulbo. Es a los chinos a quienes corresponde el mérito de su descubrimiento, puesto que el ajo sería originario de Asia Central. Sea como sea, su uso se ha extendido de la más remota antiguedad. Los egipcios lo elevaron al rango de divinidad. Se dice que Keops hizo distribuir raciones entre los esclavos que construían su pirámide para darles fuerza y protegerlos contra las epidemias. Pese a todas sus propiedades, el ajo tiene un solo defecto: su olor fuerte se impregna de tal modo en las membranas que es difícil, tras haberlo consumido, librarse de su olor. Pero en la antiguedad se las arreglaban bastante bien masticando perejil o comiéndose a mordiscos una manzana. Pero hoy, con una pastilla de chicle, se obtiene buen resultado. Precisamente, por su aroma, los griegos lo llamaron "Rosa hedionda", pero ésto no impidió su consumo, especialmente en los juegos olímpicos a fin de darse fuerza para tal evento. Los romanos se los agregaban picado en la comida de los gallos de riña, a fin de aumentar su agresividad. Carlo Magno recordaba su cultivo más allá de sus virtudes. Solamente hay que evitar su consumo si uno está afectado por una enfermedad de la piel como el eccema. También hay que evitar dárselo a las mujeres que amamantan sus hijos, porque éste altera su leche y puede provocar cólicos al bebé. Sacando éstos dos casos, el ajo es beneficioso para todos. Estimula el corazón, hace bajar la tensión arterial, activa la circulación de la sangre, facilita la digestión, no permite la proliferación de parásitos y facilita espectoración y es considerado un antídoto del tabaco. Lo mejor es consumirlo crudo, para hacer bajar la tensión arterial, un diente aplastado puesto en maceración por la noche en un vaso de agua, beberlo por la mañana en ayunas. Para el catarro respirar varias veces al día un diente de ajo aplastado o cortado. Para facilitar la digestión y suprimir los gases intestinales, una infusión ligera (5 a 10 gs por litro de agua), añadiendo un poco de Melisa o angélica, una taza después de cada comida. Contra las lombrices intestinales, dos veces al día, una decocción de 25 gs de ajo para un vaso de agua o leche, hervir a fuego lento unos 20 minutos. Contra la tos y el catarro bronquial y afecciones pulmonares, echar 250 gs de  agua hirviendo sobre 50 o 60 gs de ajo machacado para un adulto. Para un niño hasta un año 15 gs, hasta 5 años 25 gs, hasta 12 años 40 gs, dejar macerar 12 horas y beberlo cada 2 horas, una cucharada de café hasta los 5 años, una cucharada de postre hasta los 12 años y una cuchara sopera para los adultos.



comer y vivir mejor